CUERPO MUERTO, CUERPO VIVO

Una mirada del goce al deseo

Uriel Morales Quintana

Muladar de sonrisas fingidas.

Consciencia de una máscara tallada.

Sentado frente a mi reflejo astral,

inmerso en la arruga de mi ojo izquierdo

recuerdo las mayores incertidumbres del pasado.

Soy un alma sucia de diciembres,

cargado de azares inconscientes.

Soy la muestra de la palabra de un dedo poderoso,

que me deformó el camino andado por la sabia disfrazada.

Estoy fuera de mí,

frente al reflejo de un manto astral

que se difumina cada instante.

El tiempo es el amante de la muerte

que se oculta en el regazo de una pulsión

y me aleja de la realidad.

Me siento en el andar de una cueva sin luz,

oculto de mis propios ojos,

perdido, sin el reflejo del sol,

con la luna oculta en la negra cueva de Platón,

en la que impera la humedad

que moja hasta mis alas

y me resigno a la inmovilidad.