La presunción de una supuesta “palabra plena”, también puede hacer del sujeto, un enorme engañador de sí mismo.
Te miro en el reflejo del espejo en que me miras…
Pausa… temor… y … ¿miras o miro?
Respondes mientras me respondo.
¿Acaso no es necesario ser rechazado para convertirse en uno mismo?
Entro en soledad y tengo miedo.
Un miedo a veces inconsciente y otras… otras…
atrozmente racional.
Ser mirados resulta en momentos un estado de indefensión.
Un extravío de mí misma.
Un abandono del mundo que he construido.
Entonces miro la otra que no soy yo.
O quizás lo otro que soy y se niega a perderme…
L.R.