Uribe González Manuel Sebastian
Salí tarde de trabajar, conforme caminaba por la calle, el humo del cigarrillo se desvanecía y mi sombra se alargaba. Antes de llegar a la esquina, parecía que el tiempo se había alentado, intentaba apresurar el paso, pero no tenía sentido, no lograba avanzar más. En ese momento una voz me interrogó:
-¿Por qué tanta prisa?
No lograba entender qué estaba pasando, no podía voltear la mirada, pero sonaba familiar, incluso me atrevería a decir ominoso.
-Tengo que llegar a casa
-¿Para qué?
Volví a ser interrogado, el problema es que no había una respuesta clara a eso, sabía que tenía que descansar para ir a trabajar, pero siento que esa no era una respuesta válida, me incomodaba pensarla y aun así no encontraba nada más, no tenía mascotas, no tenía familia, no había una pareja esperando por mí, solo una cena para calentar en el microondas y nada más.
-Entonces… ¿para qué?
-No lo sé
Algo se sentía diferente en ese no saber, era un alivio, un espacio, una honesta incertidumbre. Por un instante pude dejar la armadura lógica a un lado y contestar lo que de verdad sabía.
-Y mañana, ¿a dónde irás? ¿Qué harás?
-Trabajar
Hasta allí había llegado mi honestidad, nuevamente, y de manera automática, como una grabadora a la que le das Play, repitiendo sin pensar, sin sentir…
-¿Para qué?
Esta maldita voz comenzaba a ser tan irritante, solo sabía cuestionar, era demasiado terca.
-Para ganar dinero
Ya sabía que diría su estúpida pregunta…
-Hummmmm
Esta vez no hubo pregunta, solo un sonido que me sumió en una profunda soledad, no tenía sentido, ¿por qué pasaba esto?
-Ya lo sé, todos contestan lo mismo, trabajar, ir a casa a descansar y repetir hasta que llega el fin de semana cuando uno puede hacer lo que quiere…
La voz interrumpió y preguntó:
-¿Qué quieres hacer?
-… Me quedé en silencio por un momento que se sintió como una eternidad, quizá… Quiero… Solo quiero dormir…
-Dormir
“¿Para qué?” Esta vez la voz no dijo nada, pero me adelantaba a lo que sabía que diría; para tener energía y poder regresar al trabajo el lunes, solo eso… Trabajo, casa, descanso, así han sido los últimos 10 años de mi vida, que desperdicio.
Después de esto último, la voz se quedó en silencio, al fin pude voltear y no había nada más que mi sombra… Entonces, ¿qué fue todo eso? Era un sinsentido, pero algo resonaba, una inquietud o mejor dicho, una incomodidad… ¿Qué quiero hacer con mi vida? Trabajar todo el día, de lunes a viernes, incluso algunos fines de semana y todo… ¿Para qué? ¿A dónde se me va la vida? ¿Qué pasa con mi tiempo? ¿Cuándo/cuánto dejó de ser mío?
Esto se siente como estar atado, como si fuese un prisionero con sentencia de muerte al cual no se le avisó cuándo sería ejecutado. Cada día debería de contar, pero se siente monótono, pesado, el saber que todo puede terminar en cualquier segundo pasa desapercibido mientras veo el reloj pensando que ya casi es la hora de la comida… ¿Para qué comer?… ¿Para quién cómo?… ¿Para quién vivo?