Una agradable conversación

Uribe González Manuel Sebastian

Dos siluetas, una frente a la otra, era lo que se podía apreciar a través de la ventana del tren, un vagón alumbrado por la luz de las velas que fueron cuidadosamente colocadas, un tapiz de terciopelo rojo, vino (para ser precisos), y no solo en las copas que estaban en la mesa.

S1- ¿Cuánto falta para llegar?

S2- No estoy seguro, pero llegaremos cuando tengamos que llegar, tampoco es posible hacer que el tren acelere.

S1- Lo sé, pero…

S2- Pero nada, recuerda que hay cosas fuera de tu control, eventualmente el tren llegará a su destino y eso es algo que no se puede cambiar, todo a su tiempo.

S1- Supongo, es solo que…

S2- ¿Los extrañas?

S1- Sí, un poco, bueno… A mi familia.

S2- Tranquilo, sé que te están esperando.

S1- Gracias, necesitaba escuchar eso, es solo que últimamente todo ha sido tan raro, como si el tiempo se volviera denso, y al mismo tiempo pasa tan rápido… como lo que hay fuera de la ventana.

S1 mira por la ventana, pero no hay nada más que oscuridad.

S1- Vaya, de verdad es tarde, no hay nada de luz. ¿Qué hora es?

S2- No lo sé con certeza, nunca me ha preocupado cargar un reloj, de nada serviría porque…

S1- Sí, todo a su debido tiempo, ¿no?

Ambos ríen mientras S2 asiente con la cabeza, se hace un silencio fugas que se ve interrumpido por un sorbo a la copa de vino.

S2- Háblame más del paso del tiempo, siempre me ha fascinado.

S1- Pues no tiene nada de sorprendente, solo pasa, un día miras hacia atrás y te das cuenta de la vida que has dejado…

Las lágrimas comienzan a brotar pese a que S1 no encuentra un motivo en especial.

S1- Perdón, no sé qué me pasa, quizá es el estrés…

En ese momento S2 saca de su saco un pañuelo negro con un bordado blanco en la orilla.

S2- No hay porque pedir perdón, las lágrimas son una expresión de emoción, de sentir, de vida, no hay porque dejar que se sequen dentro de uno.

S1 tomó el pañuelo y se secó las lágrimas, la tela era muy suave, cálida y fría al mismo tiempo, era algo extraño, se sentía como una eternidad rozando la piel. Agradeció el gesto e intento devolver el pañuelo, pero S2 lo detuvo.

S2- Quédatelo, como un regalo de un amigo.

S1- Gracias…

S1 se dio cuenta de que no sabía el nombre de S2, que de hecho, pese a que tenía la sensación de haberlo visto anteriormente, no lograba recordar en donde.

S1- ¿Por cierto cuál es su nombre?

El tren hizo una parada, una farola iluminaba la plataforma, era peculiar, solo bajo una persona. La plataforma era muy diferente a las que había visto a lo largo de su vida, pues parecía tener más luz detrás, como si al abrir la puerta para salir se pudiera ver un campo de flores sin fin, lo cual llamó mucho la atención de S1.

S1- Creo que debo estar cansado o algo ebrio, porque me pareció ver…

S2- Quizá es solo la fatiga del viaje, parece llevar mucho tiempo en esto.

S1- No tiene idea, je, je, je. La verdad es que parece una eternidad y rara vez tengo el tiempo de entablar una plática así.

S2- Entonces debo considerarme afortunado, brindo por eso.

Ambos chocaron copas y bebieron, el viaje parecía estar lejos de terminar, así que solo siguieron hablando por un buen rato. Ocasionalmente, el tren se detenía y siempre bajaba una sola persona, cada plataforma era diferente, pero S1 ya no le daba tanta importancia, vio tantas cosas que creyó que era el alcohol y el cansancio.

Pese a que la plática seguía y seguía, el exterior no cambiaba, todo oscuro, sin un ápice de luz hasta que…

S2- La siguiente es mi parada, espero encontrarnos pronto.

S2 tomó sus cosas y bajó, a S1 no le dio tiempo de preguntar por el nombre de tan amable caballero.

Ahora S1 estaba solo en el vagón, viendo su reflejo por la ventana, el tren ya no hacía más paradas, no había nadie en el vagón, solo él.

Conforme el tren disminuye su velocidad, las lágrimas regresaban, S1 comenzaba a frustrarse por no entender el origen de estas, pues sentía una mezcla de soledad y cariño, una vez más tomo el pañuelo, pero esta vez no seco la humedad de sus mejillas, solo lo doblo y guardo en su saco, cerca del corazón, en honor a tan agradable conversación.

El tren se detuvo, S1 se acercó a la puerta para descender y en ese momento escuchó una voz conocida…

S2- Has llegado, ¿cuánto tiempo desde la última vez?

S1 se emocionó, aunque no entendía, él había bajado hace tiempo.

S1- ¿Cómo… cómo es que estás aquí?

S2- Eternidad.

Por un segundo S1 no entendió qué sucedía, qué tenía que ver la eternidad en esto.

S1- ¿Disculpa?

El tren se fue sin hacer ruido, como quien deja una reunión sin despedirse para no romper con el ambiente.

S2- Sígueme.

S1, aún más confundido que antes, se quedó sin palabras, pero le hizo caso. S2 tomó las maletas y las acomodó al lado de una banca.

S2- No necesitarás esto, ya no tienes por qué cargar con ese equipaje, con ese peso…

S1 parecía estar en shock por no entender nada, era todo muy raro para él, hasta que se abrió la puerta para salir de la estación, en este caso había una pequeña recepción compuesta por un espejo y frente a este una barra, para llenar documentos. S2 fue tras la barra y abrió un libro enorme, que parecía una especie de bitácora.

S2- S1 nacido *** de *** del año ***.

La primera vez que lloraste fue en *** porque te golpeaste con un mueble, la siguiente vez fue en *** cuando te rompieron el corazón, aún eras un niño y te dijeron que llorar no resolvía nada, ese mismo día juraste no llorar.

*** de *** del año *** fue el funeral de tu madre y no hubo lágrimas, dos meses después tu padre se suicidó y no hubo lágrimas, solo coraje.

Te casaste el *** de *** del año ***.

S1 no podía entender nada, solo miraba como la bitácora se extendía y parecía no tener fin, era como ver toda una vida escrita en papel.

S2- No cualquier vida, es tu vida.

S1- No tiene sentido, ¿cómo puedes saber todo eso? Hay cosas que jamás le dije a nadie…

S1 hizo una pausa y se dio cuenta, S2 había leído su pensamiento, con respecto a lo de la vida en papel.

S2- No podrías estar más en lo correcto, literalmente lo leí, está en la página ***.

S1 veía como en la página continuaban apareciendo letras, conforme la situación avanzaba, como si alguien escribiera su vida en ese pesado libro.

S2- Creo que eso es todo lo que necesitas saber de momento. Ahora, hay algo que quisiera saber, ¿por qué dejaste de llorar?

S1- No, no, no, no, no, no… esto no puede ser, yo estaba camino a ver a mi familia, mi esposa, mis hijos… Deben estar preocupados por mí, nunca me tardo tanto.

S2 salió de la barra y puso su mano sobre el hombro de S1.

S2- ¿Recuerdas lo que te dije? Efectivamente, te están esperando.

Ambos alzaron la mirada y el espejo dejó de reflejarlos para dar paso a una imagen desgarradora. Un cementerio en un día de lluvia, esperando a que llegara el cuerpo, poca gente se había reunido, esencialmente su esposa, sus hijos y uno que otro compañero del trabajo con el que ocasionalmente salía a beber algo.

S1- ¿Qué está pasando?… ¿Qué hacen allí?

S2- Te esperan.

S1 comenzó a gritar “¡Estoy aquí! No tienen porqué llorar, estoy aquí “.

Miró a sus hijos y con un grito lleno de dolor pronuncio “Hijos, no lloren, papá está aquí”, pero fue inútil, ellos no podían escuchar y él no podía cambiar las cosas.

S1 cayó al piso, lo que era enojo, pronto se transformó en lágrimas y en ese momento S2 se acercó.

S2- Nuevamente hay llanto, algo honesto, algo que dejaste que se acumulara por tanto tiempo… “Tiempo”, una palabra que siempre estuvo presente en tu vida, pero que, contradictoriamente, no tenías para nadie.

S1 no podía más, solo era llanto, salió corriendo por su equipaje y al abrirlo se dio cuenta de lo que realmente había allí, memorias de arrepentimiento, coraje, enojo, ira, odio.

S2 se acercó y cerró la maleta, lo ayudó a levantarse y con el mismo pañuelo iba a secar las lágrimas cuando S1 lo interrumpió…

S1- Déjalas, está bien.

S2- Vamos.

S1, cansado por la situación, solo pudo preguntar.

S1- ¿A dónde?

S2- A donde no necesites ese equipaje.

S1 volvió a entrar, miró el espejo una última vez y susurro, “Los amo”.

La última puerta se abrió y al fin salió de la recepción, todo era blanco, una luz resplandeciente, un destello y la puerta se cerró después de que él salió. S2 se quedó en la recepción y vio cómo la bitácora dejaba de redactar poco a poco, hasta que llego al fin con una frase “Debí vivir más cuando pude… cuando tenía tiempo”. El último pensamiento de S1.